9 de junio de 2011

MANIFIESTO DE LOS PAPELÍPOLAS, 1957

por Gustavo Andrade Rivera (Q.E.P.D.):

"Empiezo esta carta con algo que para ti –en contacto por más de tres años con la vieja y eterna cultura- no tendrá el significado de blasfemia que sí va a tener para el huilense raso: José Eustasio Rivera es un mito que nos está haciendo estorbo.

Sí, Rivera es un mito porque su prestigio no se tuvo por el huilense de ayer –tan igual al huilense de hoy- como una gloria purísima de las letras, sino a la manera de un comodín para presumir cultura, y a la manera de una cerca de alambre de púas para atajar el paso a la cultura. Vale recordar que José Eustasio tuvo que huir, emigrar de su <<Tierra de Promisión>> para evitar La Vorágine de nuestros medios caseros de demolición; y que su prestigio se aceptó entre nosotros a regañadientes, cuando ya no había más remedio que aceptarlo porque tenía consagración nacional y americana. Fue como si al valle árido –al pobre Valle de las Tristezas- le hubiera nacido de pronto una eminencia que rompía la monótona mediocridad de las líneas horizontales, mientras la indiada se arrodillaba en desnuda adoración.

[...] El huilense de hoy –tan igual al huilense de ayer- sigue cultivando amorosamente el tabú con el mismo doble oficio de comodín y talanquera. José Eustasio, entonces, como un viejo guáimaro sigue dominando la cumbre con altura tan empinada y tal poderío de brazos ramazonados, que todo el Departamento cabe debajo de él. Pero su sombra no es buena, protectora y estimulante, sino que la han convertido en mala sombra que asfixia y que apenas nos deja prosperar como arbustos raquíticos. Dicho en el lenguaje del analfabeto de esquina nos sobran esquinas. Ramiro aquí nadie puede ser escritor y poeta porque ya tenemos a Rivera. Y nos enfrentan al hombre que, de vivir, sería un glorioso mecenas setentón, con los ojos llenos de colinas para su valle, empeñado en sembrar un bosque, todo un bosque de guáimaros.

Estamos, pues, enfrentados a Rivera. Y sin embargo, la lucha no es con él ni contra él. La lucha es con nuestro medio, el mismo que tú conoces y que en buena hora dejaste. La lucha es con el mismo medio hostil y voraginoso que José Eustasio tuvo que vencer a lo Arturo Cova . Con el mismo medio desagradecido que tasa los centavos de la estatua pero que no tiene vergüenza de usar La Vorágine y Tierra de Promisión para presumir de culto sin serlo.

¿Somos entonces un pueblo inculto? No. Ya intentaré otro día –en otra carta- un estudio más a fondo sobre esta materia. Por ahora te anticipo que somos un pueblo que padece una mala definición y una mala ubicación de la cultura. En esos dos errores que se complementan y armonizan, está la causa y razón de nuestro prolongado estiaje intelectual. Definimos la cultura como el tránsito por una universidad y ubicamos la cultura en quien nos muestra un título de doctor.

El profesional, no podía ser menos, se lo creyó así, sin auto examen de conciencia, y va gozosa y golosamente a las preeminencias que nuestra tontería le ofrece, traducidos en las posiciones rectoras del gobierno y la política. De esta manera, desembocamos en el doctorismo, pero también en la más desoladora medianía, porque nuestros doctores son de una mediocridad tan desconcertante que con frecuencia abarca a los linderos mismos de su profesión. Tiene que ser así porque nuestro desenfado profesional casi siempre es el producto de dos factores: un padre enriquecido e ignorante empeñado en tener “dotor” en la casa, porque “pa’ eso es la plata”; y un muchacho con tozudez filial sobre los libros hasta que al fin lo gradúan. No importa que la tierra paterna se desperdicie y se muera por falta de brazos para trabajarla; no importa que al hijo se le note a distancia el pelo de la dehesa, que por todos los poros trasciende a corral y sementera, que él mismo parezca un sólido estantillo para desbravar animales: ha de ser odontólogo, ingeniero, abogado o médico. Tan cierto es esto, que la única actividad conocida del profesional huilense, aquella por la cual no vacila en dejar negocios y oficina, es la ganadería o la agricultura. Las cosas, Ramiro, vuelven al lugar de donde salieron.

¿Recuerdas aquellas altas madrugadas que nos sorprendían sobrándonos dedos de la mano para las excepciones? Ninguno con madera bastante para que el país lo mire y nos mire con el respeto que inspiran la inteligencia y la sabiduría. Y cómo nos escandalizábamos repasando la lista de nuestros titulados senadores y representantes, de nuestros gobernadores… A algunos, muy pocos, se les recuerda por la carretera, el puente o el matadero cementoarmado donde pusieron la quintaesencia de todo su poder creador. Pero nadie dejó –no podía- la obra de aliento espiritual que pusiera su nombre más allá de la placa deleznable, en la memoria y el afecto de toda una generación. El Huila, Ramiro, es un cero a la izquierda, mas no por la pobreza erial de su geografía y la pastoralidad de sus gentes, sino por la insuficiencia graduada de sus doctores."

LOS PAPELÍPOLAS. Antología Poética en su 50 Aniversario.

Los Papelípolas. Antología Poética en su 50 Aniversario por Oliver Lis.

DOS GENERACIONES DE LA VIOLENCIA EN EL TEATRO COLOMBIANO

Dos Generaciones de Violencia en El Teatro Colombiano. Gustavo Andrade Rivera

REFLEXIONES SOBRE LA GUERRA DE LOS MIL DÍAS.

Curiosamente es fácil escribir un breve resumen de la guerra de los Mil Días: En octubre de 1899, el ala belicista del partido liberal se levantó en contra del régimen conservador, entonces representado por el muy viejo presidente Manuel Antonio Sanclemente y el no muy joven vicepresidente José Manuel Marroquín, atacando de manera muy improvisada a Bucaramanga.
La guerra duró tres años y sus principales escenarios fueron Santander --los famosos combates de Peralonso y Palonegro--, Tolima, partes de la Costa y Panamá. Se complicó con el apoyo intermitente de gobiernos vecinos, amigos de la rebelión: el de Venezuela, principalmente, pero también los gobiernos del Ecuador y de Nicaragua; fueron sus presidentes Cipriano Castro, Eloy Alfaro y José Santos Zelaya, respectivamente. Como tantas guerras, ésta fue una lucha entre dos incapacidades y dos incoherencias, sufriendo el liderazgo liberal aún más divisiones y demoras que el alto mando conservador. Sin embargo, los conservadores tuvieron las ventajas de mayores recursos físicos, fiscales, administrativos y diplomáticos, líneas interiores de comunicación y el dominio del corazón del país con su mayoría de la población reclutable; nunca perdieron su control del río Magdalena.
El golpe de estado del 31 de julio de 1900 puso fin a la presidencia de Sanclemente, pero quedaron decepcionados quienes pensaban que Marroquín iba a hacer la paz por vía de concesiones. Los liberales bajo el general Herrera lograron importantes victorias en Panamá, pero no pudieron trasladar su ejército desde allá hacia Tierra Firme. Surgieron múltiples guerrillas, y hacia fines de la guerra el gobierno empleó métodos bastantes drásticos en su represión. En medio del agotamiento general del país y sin perspectivas de éxito los liberales, a fines de 1902, terminan la guerra con una serie de tratados con el gobierno, los principales el firmado abordo del USS Wisconsin por el general Herrera, y el de Neerlandia, firmado por Uribe Uribe. En parte como consecuencia de la guerra, pronto se separó Panamá. La prolongada guerra devastó la economía del país, aunque bajo su sombra florecieron negocios turbios y escandalosos. Nadie sabe cuántos murieron, muchos a causa de las epidemias y pestes que hallaron en la guerra su caldo de cultivo. Un contemporáneo da la cifra convencional de cien mil, una proporción muy alta para la pequeña población de ese entonces. Sin duda fue la guerra civil más fatal y destructiva de todas las guerras civiles formales que ha sufrido el país. Click aquí para leer todo el artículo

Artículo
Deas, Malcolm. "Reflexiones sobre la guerra de los Mil Días". Revista Credencial Historia. Edición 121 de 2000. 
Publicación digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/enero2000/121reflexiones.htm

GUSTAVO ANDRADE RIVERA

Biografía por Jimeno Andrade Bahamón
(Neiva, Huila. Mayo 30 de 1.921 - Bogotá abril 14 de 1.974 )
Gustavo Andrade Rivera, fue un huilense integral, que con su inteligencia, sensibilidad y talento literario, pero sobre todo con su obsesivo amor al Huila contribuyó a cambiar el medio cultural de su departamento.
Durante las décadas de 1.950 y 1.960 no existió en el Huila empresa alguna de índole intelectual o cultural que no recibiera su aliento creador: Miembro fundador de la Academia Huilense de Historia, autor de la primera guia turística del departamento “Guia para conocer y amar al Huila”, realizador del primer directorio telefónico de Neiva, director de la imprenta departamental, jefe de la oficina de turismo , alcanzo algunos cargos administrativos entre ellos tesorero municipal y secretario privado de la gobernación. Agudo analista y crítico mordaz, sus columnas periodísticas y espacios radiales en los diferentes medios de la época, despertaban la aletargada conciencia ciudadana y fustigaban a políticos y dirigentes.
Aun se recuerda con adoración su famosa conferencia “Neiva necesita un alcalde que quiera a Neiva” donde con inmensa lucidez desnuda los problemas de la ciudad, la incapacidad de sus gobernantes y plantea soluciones practicas y visionarias para colocar a Neiva en el lugar de privilegio que se merecía, rescatándola del atraso provinciano. Muchas de sus apreciaciones, cincuenta anos después conservan una actualidad impresionante, sueños de poeta para el progreso de su pueblo que no pudo realizar pues nunca fue alcalde de Neiva.
Intento ser político con buenas intenciones sin mucha suerte. En una original y autobiográfica semblanza lo refiere así “….. Aspirante a la Asamblea del Huila en el periodo de 1.943 a 1.944 lo derroto un candidato de Elías que sabia leer; aspirante a la misma asamblea en el periodo de 1.945 a 1.946 lo derroto un candidato de Tarqui que sabia escribir ; aspirante de Nuevo a la misma Asamblea en el periodo de 1.947 a 1.948 lo derroto un candidato de Timaná que sabia leer y escribir ; y aspirante a que vuelvan a funcionar las asambleas para seguir aspirando . Finalmente aprendió a leer y escribir.
Estudió Filosofía y letras y periodismo en la Universidad Javeriana de Bogotá y comunicación Agrícola en la Escuela Interamericana de comunicacion Agrícola de Costa Rica.
En Bogotá, ciudad donde se transladó en procura de mejores oportunidades laborales y en busca de su realización como escritor fue publicista, guionista de cine, comentarista de televisión y jefe de comunicaciones del ministerio de agricultura durante varios años. Escribio el guión de “El río de las tumbas” una de las películas emblemáticas del cine colombiano y de las pocas que se han rodado en el Huila.
Dramaturgo consagrado a nivel nacional e internacional, su producción teatral dominó la escena Colombiana de parte de la segunda mitad del siglo pasado.
Su obra "Remington 22" fue catalogada por la revista Semana entre los mejores 100 libros colombianos del siglo XX.
Lastimosamente la sequía intelectual del medio, sus trabas, la envidia, la hostilidad y la ingratitud, todo lo que el llamaba “Nuestros Métodos caseros de demolición” lo obligaron a emigrar . Quizás su obra de mayor importancia fue la participación en el grupo “Los Papelípolas” único movimiento literario Huilense de contenido y alcance regional y nacional.
La calidad poética de sus seis integrantes es indiscutible y difícilmente superable. Lamentablemente su transcendencia se fue perdiendo cuando Gustavo Andrade, fundador, decano, y principal animador se marchó del Huila y su órgano de difusión “Cuadernos Huilenses” del cual era director, desapareció.
Después cada integrante continuó en forma aislada su quehacer literario, algunos tomaron rumbos diferentes. Pero la pérdida de cohesión del grupo y de su carácter de movimiento volvieron efímera su vida.
La que seguirá viva por mucho tiempo es la imborrable huella marcada sobre las letras huilenses, y un legado para las actuales y futuros intelectuales de la región.
Lo decía el propio Gustavo Andrade: "Tenemos algo concreto y palpable entre mano, restaurar la fisonomía espiritual del Huila y eso se llama revolución nuestro movimiento es una revolución” y mas adelante afirmaba: “Nos asiste el mérito de cuidar amorosamente el rescoldo de nuestra cultura”. "Personalmente creo que algo quedará de nosotros, por lo menos la gran verdad de decir que hoy mas que nunca merecemos el calificativo de Valle de las tristezas que nos diera el conquistador". Descendiente, pariente y familiar de José Eustacio Rivera; de David Rivera, ilustre hombre de letras, escritor , educador, e historiador a quien no se le ha reconocido suficientemente sus aportes a la cultura huilense; de Julian Motta Salas el gran cervantista Americano olvidado entre nosotros, pero cuyos libros son textos de estudio en España; de Gilberto Vargas Motta con quien compartió bancos universitarios, desvelos y bohemia en la época de estudiantes; de su hermano Jorge el popular periodista Jorandrade; de Luis Ignacio Andrade aguerrido político, intelectual y estadista huilense; de Pedro María Rodríguez Andrade, Obispo de Ibagué durante largos años, exquisito poeta según los entendidos, con una obra completamente inédita; del gran Olegario Rivera; en fin demasiada carga genética, tantas ligaduras de sangre desembocaron necesariamente en el escritor que fue Gustavo Andrade Rivera.
Periodista, poeta, cuentista, dramaturgo, gestor cultural, hombre público,ciudadano ejemplar pero por encima de todo un huilense de selección, la Academia Huilense de Historia y el Diario del Huila lo distinguieron como uno de los cien huilenses más importantes del siglo XX.

Jimeno Andrade Bahamón. Bogotá, Agosto 12 de 2.009.

GUSTAVO ANDRADE RIVERA (1)


(Neiva, 1921; Bogotá, 1974). Conocido como uno de los más notables autores de teatro colombiano, ganador de premios internacionales, es ignorado por él mismo como poeta en su Quién es quién en el Huila, pero Delimiro Moreno, quien lo incluye en su libro Los papelípolas (1995) lo reivindica así: «...Se cuida mucho en el auto-quién de mencionar al poeta, acaso porque no quiere tener nada con la crítica parroquial, que no teme pero que desprecia, en espera de que vientos propicios le permitan llevar a la crítica nacional esta dimensión de su alma; acaso porque ha resuelto, con un poco de egoísmo, que el verso es para él solo, refugio espiritual que no quiere compartir con quienes confunden seriedad con responsabilidad y con quienes no entienden que su manera nada trascendental de tomar la vida, no es otra cosa que una manera dramática de vivir. Mas lo cierto es que ya por los años 1942 Gustavo Andrade Rivera publicaba en las páginas literarias de El Siglo, que entonces dirigía el propio doctor Laureano Gómez, algunas de las creaciones de su numen poético. De aquella época es su Romance de la niña sin novio, la obra suya en verso que más se conoce. Todo lo demás que de él recojo... es inédito: romances y sonetos que lo muestran como un moderno cultivador del verso».

GUSTAVO ANDRADE RIVERA (2)

 
En 2004, Gustavo Andrade Rivera cumplió 30 años de desaparecido. Había nacido en Neiva en 1921. Murió de cáncer en Bogotá a los 53 años, muy joven, pero con una extensa obra teatral, la mayor parte de ella, publicada y puesta en escena.
Venía de dos familias muy huilenses, una de las cuales le recordaba ser descendiente de uno de los mayores novelistas latinoamericanos del siglo XX, José Eustasio Rivera. Había estudiado filosofía en Bogotá, en la Universidad Javeriana. Y luego, en Costa Rica, se había especializado en periodismo agrícola. Fue siempre un comunicador social, y como jefe de prensa del Ministerio de Agricultura, del ICA o de Almagrario, vivió en Bogotá su atípica vida...

2 de junio de 2011

GRUPO SEMILLITAS INTERPRETA HIMNO DEL HUILA

RESEÑA HISTÓRICA

NOMBRE
El nombre del Huila es definido de modo distinto por diversos autores. Entre las definiciones más aceptadas está la del profesor Gerardo Reichel Dolmatoff, quien asegura que la palabra es de origen indígena y quiere decir “anaranjado”. La otra, es la que atribuye la palabra “Huila” a la lengua Páez, con el significado de “Montaña Luminosa”. Cualesquiera sea su origen, lo cierto es que nuestro departamento debe su nombre a la más alta cumbre andina (5.750 msnm), el Nevado del Huila, que desde el occidente domina majestuoso todo el territorio.
TERRITORIO
El departamento del Huila está constituido por el territorio que acunan las cordilleras oriental y central, desde el Macizo Colombiano en el sur, hasta los ríos Patá y Cabrera por el norte, formando un cuenco que riega por el centro el río Magdalena. En el recorrido abre un creciente valle con extensas llanuras dedicadas a la ganadería  y la agricultura mecanizada. Las partes altas, las de ladera, se dedican al cultivo del café y productos tradicionales para la alimentación, como plátano, yuca, fríjol, maíz, frutales y algunas hortalizas. Antes de la llegada de los españoles, este territorio fue habitado por nativos laboriosos que aprovechaban la naturaleza sin descomponerla, como lo indica su pasado prehistórico.
PRIMITIVOS POBLADORES
Según los científicos Luis Duque Gómez (1995) y Julio César Cubillos (1991), el tiempo comprendido entre las primeras noticias de habitantes en este territorio y la llegada de los españoles se puede dividir en tres períodos: Formativo, Clásico Regional y Reciente. Durante el Periodo Formativo, el cual va hasta el siglo I a. de C., el territorio del actual departamento del Huila estaba integrado a una amplia región que incluía parte del también hoy departamento del Tolima y buena porción de la Amazonía. El período siguiente, el Clásico Regional, se prolongó hasta el siglo VIII; durante él se desarrolló la cultura San Agustín (Uyumbe o ullumbe), de cuyo grado de desarrollo nos habla aún la sorprendente estatuaria de los parques arqueológicos de San Agustín e Isnos, los hallazgos de Saladoblanco y La Argentina y los interesantes estudios de científicos que han localizado la frontera social de dicha cultura más abajo del municipio de Garzón. Al norte, la presencia aborigen quedó manifiesta en la Cultura del Valle Alto del Río Cabrera, llamada comúnmente Santana, y expresada en significativas obras de piedra y cerámica que pueden apreciarse en el Museo que poseen. El Período Reciente abarca desde el siglo VIII hasta la llegada de los españoles. Lamentablemente, los planteamientos sobre la frontera cultural entre yalcones, paeces y pijaos, posibles primitivos pobladores de nuestro departamento, es una hipótesis que aún no ha sido investigada por los arqueólogos (Llanos Vargas, 1995).
DESCUBRIMIENTO ESPAÑOL
El historiador Reynel Salas Vargas (1992) señala que los españoles llegaron a este territorio por el sur, bajo la comandancia de Sebastián de Belalcázar, quien había participado de la conquista del Perú al lado de Pizarro y fundado las ciudades de Quito y Popayán. Poco antes de su llegada, como se lo expresaron al Adelantado los indígenas del norte del valle del Alto Magdalena, el territorio había sido reconocido por Gonzalo Jiménez de Quesada, quien a consecuencia del mal suceso experimentado durante la expedición bautizó a esta ardiente llanura con el nombre de “Valle de las Tristezas.
Como resultado de la incursión de reconocimiento efectuada por Belalcázar, éste ordenó al capitán Pedro de Añasco fundar Timaná, orden que cumplió el 18 de diciembre de 1538, localizando la villa en la zona de influencia del más grande núcleo poblacional aborigen: dieciséis mil indígenas, según los cronistas de Indias. Del mismo modo, mandó al capitán Juan de Cabrera que sentara las bases  de una nueva ciudad en la parte media del valle recorrido, lo que en efecto sucedió el 8 de diciembre de 1539, dando origen, por primera vez, a Neiva.
 El proceso de reconocimiento y conquista termina con la creación, en 1610, de la Provincia de Neiva, cuyos límites están comprendidos entre el Río Saldaña en el norte y el Macizo Colombiano en el sur. Bajo su jurisdicción se colocaron la Villa de Timaná y las ciudades de La Plata y Neiva (Salas Vargas, 1992).
PERIODO COLONIAL
Las gentes de estas provincias generalmente se mantuvieron aisladas en su territorio, resguardadas por altas cordilleras y por calurosas y extensas llanuras, excepto por los contactos comerciales que se originaban en la producción de ganado, aguardiente, panela y cacao, principalmente, y por las comunicaciones con los centros de poder en asuntos administrativos, políticos y religiosos.
Durante este período surgieron unos pequeños poblados con base en los indígenas que se agrupaban para recibir el adoctrinamiento religioso y un trozo de tierra donde subsistir. Esos poblados son: Caguán, Otás, Hobo, Teruel, Iquira, Nátaga, Pital, La Jagua, Naranjal y San Antonio de Anaconia. Posteriormente, y en la medida que los descendientes de los españoles fueron mejorando la tierra y la economía, se crearon nuevas poblaciones. Así, después de la década del 30 del siglo XVIII fueron apareciendo muy cerca de las vegas cacaoteras los actuales municipios de Yaguará (1734), Aipe (1741), Agrado (1753), Paicol (1755), Tesalia (1772), Gigante (1782), Garzón (1783), Tarqui (1787), Suaza (1788) y Altamira (1794). Poco después, ya en el siglo XIX, Guadalupe (1807), Campoalegre (1809) y Tello (1811). Terminaba así un momento de significativo crecimiento y progreso, amparado en la dinámica comercial de las reformas borbónicas.

 INDEPENDENCIA
Cuando el Cabildo de Santafé de Bogotá declaró la independencia, el 20 de julio de 1810, bajo el animoso verbo de José Acevedo y Gómez, un grupo de residentes en Neiva, amigos del Tribuno del Pueblo, por vínculos de negocios, hicieron lo propio en esta ciudad el 27 del mismo mes y año; los López, los Salas, los Díaz y los Tellos, entre otros, iniciaban dicho proceso de libertad siguiendo a sus socios de la capital del Virreinato.
La causa de la independencia, que recogió el malestar de algún sector de la población que ya se había manifestado durante el alzamiento de los Comuneros en 1781, de cuyos dirigentes se recuerda a Toribio Zapata, Pedro León Perdomo, Gerardo Cardozo, Jacinto Rojas, Vicente Navas, Pascual Castañeda, Salvador Herrera, Francisco de Charres, Juana Gutiérrez de Celis y Ventura Celis, comprometió a la Provincia de Neiva y a sus hombres en un largo proceso de sangre y dolor. En nombre de la libertad, el Consejo Revisor Electoral de Neiva declaró la Independencia Absoluta en la Provincia de Neiva, el 8 de febrero de 1814. Fueron firmantes del Acta: don Diego Miguel Dussán, Miguel María Ortíz y Duran, Manuel Tello, José Antonio Amézquita, Nicolás de Pombo, José Manuel de Silva, José Rafael Cabrera y Francisco Ramón Parra.
 REPÚBLICA
 Luego de sellada la libertad de Colombia, la siguiente ha sido la evolución administrativa del hoy departamento del Huila. con la división de nuestro país, el 17 de diciembre de 1819, a través de la Ley Constitutiva de la República de Colombia, en tres grandes departamentos: Venezuela, Quito y Cundinamarca, la provincia de Neiva fue anexada a este último. Cinco años después, la ley 25 de junio de 1824 determinó la división territorial del departamento de Cundinamarca en cantones; en mayo del siguiente año el general Francisco de Paula Santander fija en cinco cantones la provincia de Neiva, a saber: Purificación, Villavieja, Neiva, Timaná y La Plata. Al desmembrarse la Gran Colombia, la Ley Fundamental de 1831 dividió la República en 18 provincias, una de ellas la de Neiva. En 1857 se crearon los estados federales del Cauca y Cundinamarca, formado éste por las provincias de Mariquita y Neiva. en 1861 nace el estado federal del Tolima, segregándole a Cundinamarca las provincias de Mariquita y Neiva. En el año 1869 el estado del Tolima se divide en dos secciones: el departamento del Norte y el departamento del Sur; dos años más tarde se fraccionará en tres: los departamentos del Norte del Medio y el del Sur. La Constitución Nacional de 1886 dividió luego el departamento del Sur en los departamentos de Neiva y del Sur, que tomaron el nombre de provincias. Por fin, en el año de 1905, bajo la presidencia del general Rafael Reyes, es sancionada la Ley 46 que da vida jurídica al departamento del Huila.
  * Tomado de: SALAS ORTIZ, Camilo Francisco. Huila MONTAÑA LUMINOSA. Fondo de Autores Huilenses. Gobernación del Huila. Neiva, 2000

SÍMBOLOS DEL DEPARTAMENTO DEL HUILA

ESCUDO DEL HUILA
Mediante Decreto No. 080 de 1950 se estatuyó el escudo
del Huila y posteriormente se definió su descripción mediante
Decreto No. 468 de 1957 de la siguiente manera:
  • Orla de oro: Simboliza nobleza, magnanimidad, riqueza, poder, luz, constancia y sabiduría.
  • Estrella: Imagen de felicidad, grandeza, verdad, luz, majestad y paz.
  • Gules: Simboliza la sangre derramada por los hijos del Huila, en aras de la patria y heráldicamente denota también fortaleza, victoria y alteza.
  • Nevado del Huila: Una de las máximas cumbres andinas, mostrando cuatro cimas o picos, nevado que da su nombre al territorio.
  • Sol de oro: Disco rodeado de 16 rayos, mitad rectos y mitad ondeados puestos alternativamente.
  • Plata: Insignia de pureza, integridad, obediencia, firmeza, vigilancia y elocuencia.
  • Sol: Significa verdad, unidad, claridad, gracia, majestad, abundancia y riqueza.
  • Río Magdalena: Divide igualmente en dos partes el territorio del Huila.
  • Timbre: Simboliza la nobleza de la sangre de los hijos del Huila.
  • Ambrequines: Hojas de acanto blasonadas de gulas de oro.

BANDERA DEL HUILA
 Mediante Decreto No. 333 de 1952 se creó la
Bandera del Huila, compuesta por tres franjas horizontales
 iguales, blanca la superior, verde la central y amarilla la inferior.

  • Blanca: Simboliza las cumbres nevadas del Huila y la honradez de sus moradores.
  • Verde: Representa la exuberancia de la tierra y la esperanza de un mejor porvenir.
  • Amarilla: Significa el despertar de la espiga, hija del esfuerzo y el trabajo.
  • Nota: Sobre la franja verde, habrá un palenque que recuerde las gestas gloriosas de nuestros antepasados.

    HIMNO DEL HUILA

    Alma del Huila. (Pasillo) - Letra y Música: Luis Alberto Osorio

    Mediante decreto No. 122 del 08 de Febrero de 1996, fue adoptado como
    Himno Oficial y Símbolo patrio del Departamento del Huila.
    CORO
Con la ternura
de la tierra mía
 que me vio nacer,
canta mi alma
con la dicha entera
de un amanecer.
 I
En mi tierra para bien
cruza un río sin igual,
que da la vida entera
al labrador,
a su maizal,
al platanal.
II
Tierra del alma
que te quiero tanto
con el corazón,
es el Alma del Huila
tierra de Promisión. 
III
Es el Huila mi sentir,
doy mi vida por volver,
a mi tierra querida
cantarle con placer.

HUILA HERMOSO